A veces esperamos señales, palabras, gestos que nos saquen todas las dudas. Imaginamos escenarios en la cabeza, armamos historias sobre cómo deberían pasar las cosas, y nos convencemos de que, si no sucede así, entonces no es real. Nos llenamos de hipótesis, le damos mil vueltas, analizamos cada mensaje, cada ausencia, cada silencio. Y nos perdemos en eso.
Anhelamos el mensaje que no llega, o ese gesto que confirme que somos importantes. Creemos que el amor, o el interés sincero, siempre tiene que venir acompañado de algo espectacular. Pero la verdad es que es mucho más simple de lo que parece.
Cuando alguien realmente quiere estar en tu vida, te lo hace saber. No se trata de palabras épicas ni escenas de película. Se trata de presencia. De alguien que aparece, que está. Que no te deja con la duda. Que no te hace sentir que estás pidiendo demasiado solo por querer lo mínimo.
Es alguien que responde sin que lo persigas, que permanece sin que lo reclames. Que no juega a desaparecer, que no se borra cuando más lo necesitás. Es simple: está. Porque cuando alguien quiere, no hace falta adivinarlo.
Nosotras muchas veces complicamos todo. Le buscamos sentido a lo que no lo tiene, nos aferramos a excusas, y pensamos que quizás, si hubiéramos hecho algo diferente, la historia sería otra. Pero la verdad es que no hace falta forzar lo que fluye solo.
Una película que lo muestra con claridad es Simplemente no te quiere. Y sí, cuesta aceptarlo. Porque a veces nos aferramos a la idea de alguien, no a la realidad. Pero cuando dejás de buscar explicaciones y empezás a mirar los hechos, te das cuenta de que no era tan difícil: quien quiere estar, se queda. Quien no, se va.
Y en el fondo, lo sabés. Lo sentís. Solo que a veces preferimos seguir esperando el gesto perfecto antes que aceptar lo que ya está pasando.
A veces, aunque sepamos que no deberíamos idealizar a las personas, es difícil no hacerlo. Ponernos los lentes color rosa puede ser tentador, porque a través de ellos todo parece un poco más lindo, más fácil de sostener. Pero no es la realidad. Y lo cierto es que, por más que duela, a veces cuesta aceptar que esa persona que tanto queremos no es para nosotros.
La clave está en eso: dejar de justificar ausencias, dejar de pedir señales, dejar de invertir energía en convencer a alguien. Porque cuando alguien realmente te quiere en su vida, no te hace dudarlo. Te lo demuestra. Simplemente está.
Porque al final, lo simple no siempre es fácil. Pero sí es lo verdadero.
Me ha gustado mucho la forma en la que escribes y realmente este escrito me ha llegado en el momento perfecto porque otra vez estaba cayendo en la idealización de una relación pasada que, al final, nunca llegó a ser y lo que sí fue, me dejó demasiado herida por la forma tan cruel e hiriente en la que me trató, leerte se sintió como un recordatorio de que el amor no debería sentirse como una constante batalla.