#5 - Permitirte conocer a alguien nuevo: entre el miedo y la esperanza
Superar el miedo a repetir viejas heridas y abrirte al amor desde el aprendizaje personal.
Permitirme dejar entrar a alguien de nuevo está siendo súper difícil. Es como enfrentar dolores que no quiero revivir, especialmente ese de no sentirme elegida. Después de un año complicado, la idea de pasar por algo que pueda lastimarme de nuevo no me atrae en absoluto. Si puedo evitarlo, mejor. Quiero protegerme, aunque sé que no puedo vivir toda la vida escondida. Las personas no son todas iguales, aunque todavía me cuesta confiar en eso.
Abrirme a alguien implica empezar desde cero: contar mis cosas, mostrarme vulnerable, sin ninguna garantía de que esa persona se quedará. Aunque he trabajado mucho en mí y sé que sané varias cosas, me doy cuenta de que aún hay temas pendientes. Me esfuerzo por darme la oportunidad, pero cuando aparece la mínima señal de algo que no me gusta, prefiero cortar.
Entendí que las actitudes dicen mucho. Si me decís que nos vemos tal día a tal hora y desaparecés en todo el día, ya tengo mi respuesta. No necesito hablarlo ni preguntar, porque ahora entiendo lo que significa. Pero si volvés a pedirme salir, también sé que no puedo acceder solo porque me gustás o porque idealicé quién sos. Es preferible decir que no y seguir adelante.
No creo que las relaciones tengan que ser complicadas, llenas de vueltas, dramas y problemas. Siento que deberían ser fáciles, y cuando no lo son, quizás lo mejor es tomar caminos separados. Aunque no voy a mentir: es difícil cuando querés una relación. Querés a alguien con quien compartir tu vida, pero cada vez que conocés a alguien y no funciona, la frustración pesa.
A veces terminás creyendo que el problema sos vos: que te falta sanar, crecer, superar algo más. Pero no siempre es así. Hablo de quienes realmente trabajan en su crecimiento personal. De quienes van a terapia, enfrentan sus traumas y buscan herramientas para estar mejor con ellos mismos y con los demás.
No necesitamos cargar siempre con la culpa. Tampoco con la idea de que, si algo no funcionó, es porque hicimos algo mal. Simplemente, hay cosas que no se dan porque no tenían que darse.
Quizá algún día pueda escribir sobre una relación buena, sana, esa que siempre soñé. Esa que me permita confirmar que sí, llega. Pero mientras tanto, quiero compartir esto: si no se da eso que tanto deseás, no te castigues. Tal vez sea el momento de enfocar la energía en otras cosas: el trabajo, la familia, o nuevas metas.
A mí me ayudó muchísimo plantearme objetivos diferentes, porque al final, la relación más importante que tenemos es con nosotros mismos. Toda mi vida voy a convivir conmigo, y quiero ser la mejor versión de quien soy.
Permitirte conocer a alguien nuevo no es fácil, pero tampoco tiene que ser una batalla. A veces, el verdadero crecimiento está en aprender a escucharnos y priorizarnos, sabiendo que lo que realmente buscamos llegará cuando estemos listos.